Francisco Sánchez Fraga: «Lo que aprendí de Corrubedo»

Palabras introductorias

Bajo dos logotipos de la Asociación Corrubedo XI Siglos dominando la pantalla como emblemas cosidos a la vela de un barco, soltó amarras la última de las cuatro conferencias integrantes del [y ya le podemos poner calificativos] exitoso, fecundo y hasta diríamos que necesario ciclo «Corrubedo ao Descuberto» que ha tenido a bien promover esta entidad.

Hoy somos un poco más sabios que hace un mes. Comprendemos mejor nuestro pasado, pues se han abierto las vetas de nuestra historia escondida. Y para culminar tan feliz singladura, Francisco Sánchez Fraga se ha despojado de su faceta de presentador y, tras los elogios introductorios de Suso Freire, ha blandido el micrófono para instruirnos: dicho de otro modo, nos ha agarrado del brazo y con esa mano experta con que desempeñó su labor en el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil, ha ido tirando de nosotros hasta rescatarnos de las sombras y entregarnos a la luz del conocimiento.

Después de todo… ¿quién mejor que el descubridor del manuscrito que, usando su misma expresión, «ha dado origen a toda esta movida»?

El cartel

Gentil, Francisco empezó su intervención rememorando las charlas pronunciadas por los tres ponentes que le precedieron: Antonio PiñeiroMiguel Vidal y José Antonio Otero. Después de semejantes catedrales de información, ¿se había quedado él sin tema del que hablar? ¿tendría que suspender su ponencia?

«Lo tenéis difícil», se autorrespondió,… Y es que la última vez que había consultado su ordenador contaba con 1.023 carpetas y más de 13.700 ficheros relacionados con Corrubedo.

Nada menos.

Así que, como mandan los cánones, comenzó su exposición desde el pasado más remoto, metiendo mano a la arqueología.

A luz del amanecer en el solsticio de invierno

Y para ello recurrió a los petroglifos tallados en el Outeiro de Santiaguiño de los que ya había hablado Miguel Ángel Vidal dos viernes antes, cuando confesó la incertidumbre de los expertos en torno a su significado. «Miguel es un científico y no puede especular —declaró—, pero yo sí me lo puedo permitir…».

Fernando Alonso Romero, toda una eminencia en simbología pétrea (durante una visita a nuestro cabo detectó en la roca un segundo grabado serpentiforme que, dispuesto en el eje Sur-Norte, había escapado a los ojos profanos durante generaciones), vincula estas marcas con los solsticios de invierno y Francisco, ni corto ni perezoso, quiso comprobar esta teoría. Paciente, esperó a una de estas significativas fechas en que el astro rey se halla en el punto más alejado del ecuador de nuestro planeta y, llegado el día D, aguardó al amanecer. El resultado se aprecia en la foto: el símbolo en forma de S (no el que descubrió Alonso Romero, sino el que ya conocíamos) apuntaba al punto preciso por donde estaba saliendo el sol…«Ahí lo dejo». Dijo.

Inscripción en Os Agüeiros

Y de piedra en piedra, nos desplazamos hasta la que decora el logotipo de la asociación organizadora, hombro con hombro con nuestro faro.

Oculta entre la maleza en Os Agüeiros e ignorada hasta hace muy poco, se trata de uno de los mojones que delimitaba el histórico coto de Corrubedo. Francisco fue quien dio con ella. Y no solo. También localizó el documento de apeo de este territorio (algo así como la plasmación escrita de los lindes de una parcela) con motivo de la venta por Felipe II de la jurisdicción de Noya al prestamista genovés Baltasar Lomellini en 1585:

«… y prosiguiendo la dicha mojonera señalaron por marco una peña grande que está donde llaman el riego de Agüeiros y el dicho Juan de Santa María hizo y picó en ella una cruz pequeña con una azada, y prosiguiendo la dicha mojonera hacia la mar o cerca de ella, los dichos apeadores señalaron otra peña más abajo y en ella el dicho Juan de Dios hizo otra cruz pequeña con la dicha azada y quedó así mismo por marco y señal de los dichos términos…»

Y a continuación, una curiosidad que viene a resolver un interrogante enraizado casi en nuestra propia piel… En principio, los apeadores se negaron a seguir marcando más allá por ser todo arena y agua. Un juez les conminó a ponerse de acuerdo y convinieron en que la última marca lo fuese el cerro más alto del monte de arena, esto es, el pináculo de las dunas…

La casa del mar se ha llenado otra vez

Pero, como todos sabemos, la duna se mueve al compás del viento… su cima no es un punto fijo. Así que en 1621 y con ocasión del aforamiento del coto por parte de los monjes de Antealtares al señor feudal Pedro Bolaño, esta marca cambió. Hallamos la nueva referencia al final de este párrafo:

«El dicho rego va demarcando por detrás de la aldea según queda puesto un marco en la cabeza del rego y de allí viene derecho a la piedra redonda que está por detrás de las pedras dos agueiros y de allí viene a dar a la pedra parda que está abajo del camino que viene del puerto de Corrubedo para la iglesia de Olveira y desde allí va derecho al rio de mar que es el rio que viene de Carregal y entra en la mar»

Y ahora, tracemos una línea imaginaria…

¿De quién son las dunas?

«Diré que mitad y mitad», señaló, salomónico, nuestro orador.

El documento más esperado

Mientras las manecillas del reloj-timón señalaban las nueve y diez (con cinco minutos de retraso sobre la hora exacta, según nuestros cálculos), Sánchez Fraga mostró a la luz pública por primera vez el famoso escrito que «ha dado origen a toda esta movida que estamos teniendo»… La razón de que Corrubedo esté festejando los once siglos de bautizar este rincón de Europa con su robusto nombre.

Ojo. El manuscrito no es del 919. Se trata de un regesto, una especie de catálogo donde se resumían documentos más antiguos a efectos de facilitar el acceso a su contenido [la fuente original debe de estar tan perdida como el segundo libro de la Poética de Aristóteles y el film Saved from the Titanic, de 1912, protagonizado por una de las supervivientes del épico naufragio, acaecido ese año]. El preciado papel que proyectó Sánchez Fraga en la pantalla se conserva en el monasterio de San Martín Pinario. Y dice así:

«Traslado autorizado de Privilegio y Donación que hizo al monasterio de S. Payo de Ante Altares el Rey Ordoño de los Cotos de Sanmartino de Olleros y del Puerto de Corrubedo según les demarca el Privilegio. Su fecha era de 919, mazo 57 de pergaminos fol. 14.

Y luego al pie de este Privilegio está una provisión de un Corregidor mayor de este Reyno en que manda por virtud de este Privilegio a los vasallos y moradores del Puerto de Corrubedo que acudan al monasterio de S. Payo con toda la Renta y servicios que le son obligados a pagar y le obedezcan como señores de su pueblo. Era de 1413»

En suma. Corrubedo fue donado en 919 por Ordoño II a los monjes de Antealtares, custodios del sepulcro del Apóstol Santiago, ante el interés que tenía el rey de Asturias en mantener cristianizada esta zona para frenar el asedio musulmán.

Respecto al apunte de 1413, responde a un momento en que los señores feudales estaban atacando conventos y robando documentos de privilegios reales, lo que hizo que los monjes elevasen a público acuerdos privados por el miedo a no poder justificar sus posesiones. En aquel momento, Corrubedo estaba usurpado por un señor feudal, Ruy Soga de Lobera, dominador de Noya y otros territorios costeros… Haciendo honor a su apellido, murió ahorcado por desobedecer al rey.

El regesto contiene una anotación singular que indicaba que aquí hubo un pueblo original que fue arrasado por la arena y solo quedaron los formales (rebuscando en diccionarios antiguos, Fraga encontró lo que el vocablo quiere decir: cimientos), por lo que la villa fue trasladada al castro de arriba… Todo un hallazgo la existencia de restos castreños bajo nuestras casas, aunque el arqueólogo Miguel Ángel Vidal, cauto, advierte de que no hay evidencias físicas.

El redentor

«Corrubedo no fue de la gente de Corrubedo hasta 1896». Y fue el hombre de arriba, Eduardo Gasset y Chinchilla, quien inició la redención de foros tras comprar Torre Xunqueiras a una familia andaluza. Antes de eso, tierras y posesiones se arrendaban, normalmente por varias generaciones (y recordaba la nieta de Gasset Chinchilla que su abuelo alucinaba porque hubo quien le pagó el foro con calderilla metida en un saco, síntoma de ese carácter rebelde del que habló José Antonio Otero en la charla anterior).

A continuación Francisco exhibió un documento de 1529 con las posesiones de don Diego de las Mariñas en los cotos de Corrubedo y Teira:

«Lo de Teira y Corrubedo es todo un solo coto y aunque el puerto de Corrubedo y su población está apartada medio cuarto de legua del lugar de Teira es toda una jurisdicción y lo gobierna un mayordomo, y hay en ese coto siete caseros, que los unos de ellos viven en Corrubedo y otros en Teira, y tienen partidas sus heredades y montes que son los caseros y lugares siguientes: el lugar de Martín Maneiro que paga a dicho don Diego cada año de pensión siete cargas y media de pan terciado [una carga equivale a 280 litros de trigo]; el lugar de Domingo Lijó, cuatro cargas; el de López Romeu, siete cargas y media; el de Martín Sieiro, tres cargas y media; el de Bieiro Vidal, cuatro cargas y media; el lugar de Juan de Romay, dos cargas; y otro lugar que tienen partidos dos caseros: Alfonso Martís y Fernán Castellán que pagan entre ambos ocho cargas de pan. Además de lo dicho hay en el puerto de Corrubedo doce pescadores que pagan al señor por diezmo personal cada uno tres reales. Tendrá el coto de Corrubedo y coto de Teira en todo hasta 35 vasallos.»

Es el primer censo que hubo nunca en Corrubedo.

Cumpliendo expectativas

Cambio de tercio.

«Corrubedo no es un buen sitio a veces… ». Francisco ha registrado 250 incidentes marítimos graves entre Sálvora y Basoñas, con 1.494 muertos. Ejemplos destacados: el Captain(482 muertos y 18 supervivientes), el Dom Pedro (89 muertos y 31 supervivientes), el Santa Isabel (213 muertos y 53 supervivientes), el Friesland (144 desaparecidos) y el Salier(279 desaparecidos).

Recogía Alonso Montero en sus Cantigas Sociales:

Mar de homes, mar de morte,
brava mar de Corrubedo,
loba que solo te afartas
coas vidas dos mariñeiros

Por desgracia, en muchas ocasiones el zarpazo del mar lo han recibido directamente vecinos de Corrubedo…

La primera víctima de que se tiene constancia fue Cayetano de Sayar, cuyos funerales tuvieron lugar el 20 de diciembre de 1742. Pero no lo mató el piélago. Murió prisionero en Inglaterra después de ser capturado dos años antes en el navío de siete cañones La Princesa tras una dura batalla en la guerra de la Oreja de Jenkins frente a Finisterre.

Sí sufrieron la estranguladora garra del océano los siguientes: Andrés Armental, patrón del Anselmo, y un rapaz en 1903; Vicente Lino Martínez y Pascual Gude Brión, que naufragaron en el San Antonio y Ánimas entre punta Nariga y Sisargas; Francisco Ageitos y su hijo VicenteJosé Brión LojoFrancisco Martínez LojoJosé Brión Rodríguez y Juan Prego Martínez, todos muertos en el hundimiento del María Rosa en el Carreiro de Sagres… la dorna Rosita, la pareja PepeRobertina, el Itxas-Gain, el Albatros, el Piedi, el Océano Atlántico, la dorna Garula… demasiados nombres, demasiados apellidos que nos son familiares…

Apellidos corrubedanos entre las víctimas del Albatros

Quiso aprender… y Francisco entregó un cuestionario a siete veteranos marinos: Antonio Prego SantosJosé Calo RodríguezLuis Hermo BretalVicente García SayarVicente Vidal OlveiraHiginio Prego Ageitos y Manuel Santos Brión (a los dos últimos, con la vista ya vencida, hubo que leérselos).

En las respuestas y en las conversaciones que mantuvo con los entrevistados afloraron otros tres individuos. Uno, Juan Franco Valiñotío Juan Franco, salió de forma recurrente. Hizo la mili en Cuba, emigró a Estados Unidos, tendió cables subterráneos en las carreteras, regresó al pueblo, construyó una casa, creó una familia, encargó una dorna, la bautizó María y se echó a navegar… muchísimos vecinos se iniciaron con él.

Entre ellos, el segundo de los mencionados, Andrés Armental Teyra, grande, fuerte, exigente, justo. El tercero fue José Romay Ageitos, alias Pequeño [el Pequeño de Bar Pequeño]: alegre, bromista y muy trabajador.

Fruto de esta investigación a pie de campo, nuestro conferenciante extrajo varias conclusiones. La primera, la extrema juventud con que se estrenaron en la mar: ocho, nueve, diez, once años de edad… La segunda, que todos empezaron de chós —así se denominaba a los ayudantes de los marineros— pero todos progresaron hasta alcanzar estatus de patrón de pesca e incluso de armador (en un recuento informal y apresurado, Francisco y sus amigos inventariaron 45 armadores propietarios de 85 navíos… además, el orador enseñó una elocuente fotografía con la primera promoción del curso de patrones de altura que hubo en Pasajes: de los quince estudiantes en la escuela guipuzcoana, cinco procedían de aquí, un dato revelador). La tercera, que se movieron muchísimo, pasando por multitud de barcos… señal de que con su capacidad y categoría profesional no temían quedarse sin trabajo. La cuarta, que los navegantes de Corrubedo siempre se ayudaban entre sí. Y la quinta, el hambre… tan presente.

Vamos con unos datos contenidos en un libro de difuntos del Archivo Diocesano: en 1924, año en que nació Manuel Santos, fallecieron 10 niños de un total de 25 defunciones en la parroquia; en 1926, en que nació Higinio Prego, fueron 14 niños de un total de 30 defunciones; el año de nacimiento de José Calo, 1927, fallecieron 21 niños y 15 adultos; en 1930, año de nacimiento de Luis Hermo y Vicente Sayar, murieron 15 niños y 9 adultos; y en 1931, cuando nació Antonio Prego, murieron 10 niños y 17 adultos.

«Eran unos supervivientes desde que nacieron», resumió Francisco.

Nos acercamos al final

Añora dos libros pendientes que, demasiado humilde, afirmó no tener capacidad para escribir pero invitó a que alguien lo haga.

Uno, quizá una novela, acerca de las mujeres de los marineros de Corrubedo: solas, cuidando a los hijos, llorando muchas veces por las noches cuando arreciaba el temporal mientras sus maridos andaban fuera… mujeres corajudas que labraban los campos, que iban al argazo y al mejillón, que alimentaban a los animales, que portaban en la cabeza cestos con pescado hasta Riveira o ropa para lavar hasta Cristal o Molino de Correa.

El otro, sobre la tupida red de relaciones cruzadas entre aquellos que embarcaban para que podamos calibrar hasta qué punto este entramado influyó en que una cifra tan elevada de vecinos alcanzase el máximo nivel profesional.

Y, socrático él, remató: «Habrá gente que dirá: “De iso, Francisco non ten idea”… Y es verdad. Porque una cosa que aprendí es que cuanto más descubro sobre Corrubedo, más crece el descubrimiento de mi ignorancia sobre Corrubedo.»

«Nada más.» «Muchas gracias.» Merecidos aplausos

Esta vez no fue una, sino que fueron tres, las piedras-obsequio de Corrubedo XI Siglos presentes en el acto de entrega. Y es que además de nuestro ilustre conferenciante, fueron agasajados el artesano que las esculpió, Manuel Olveira, y la reciente presidenta del Club de Jubilados, Estrella Franco, que tuvo la deferencia de ceder el local para este maravilloso ciclo.

Soñamos con echar el ancla en una segunda edición, así tengamos que aguardar mil cien años.

Triple agasajo con el reloj-timón acercándose a las diez menos cuarto.

FUENTE: O BAR PEQUENO